Actualmente existen numerosas propuestas tecnológicas para expandir el acceso al agua potable, pero a menudo son caras o demasiado complejas para un uso sencillo sobre el terreno. Repasamos aquí algunas de las innovaciones más recientes y prometedoras.

CONDENSACIÓN DE VAPOR

Los destiladores solares para purificar el agua se han empleado en América desde tiempos precolombinos. La técnica es sencilla: se evapora el agua gracias a la energía solar y el vapor se condensa en una superficie para recoger el agua limpia. A este método milenario la tecnología actual está aportando soluciones que mejoran su rendimiento y eficiencia.Los sistemas propuestos incluyen el uso de evaporadores de papel carbón y condensadores de un material llamado polidimetilsiloxano, que incluso a plena luz del sol emiten más energía de la que absorben, reduciendo la temperatura por debajo del punto de rocío para lograr la condensación del vapor.

AGUA DEL AIRE DEL DESIERTO

En grandes regiones del planeta el problema no es la contaminación del agua, sino su ausencia absoluta. Según Naciones Unidas, más de2.100 millones de personas viven en regiones áridas, que suman el 41,3% de toda la tierra del planeta, y es previsible que esta cifra aumente con la desertización provocada por el cambio climático. Para paliar la escasez de agua en estas zonas existen sistemas como los condensadores de niebla, pero requieren grandes superficies de captación, fuentes de energía o instalaciones complejas.Un equipo de investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts y de la Universidad de California en Berkeley dirigido por el químico Omar Yaghi ha diseñado un sistema pasivo que extrae agua del aire más seco consumiendo solo energía solar, algo que no suele faltar en las regiones desérticas. El sistema se basa en un nuevo tipo de materiales porosos llamados redes metaloorgánicas (Metal-Organic Frameworks o MOF). Embutido entre un panel solar y un condensador de vapor, este material es capaz de recolectar diariamente 100 mililitros de agua por cada kilo de MOF en un ambiente tan seco como el desierto de Arizona (EEUU), donde la humedad del aire desciende hasta el 8% durante el día.

AGUA DULCE DEL MAR

Una gran parte de la población mundial carece de acceso a agua potable a pesar de vivir junto a una inmensa masa oceánica. La desalinización del agua del mar es todavía una opción de utilidad limitada: las grandes plantas que emplean sistemas de filtración por membranas poliméricas son costosas e ineficientes por su abundante consumo de energía.

La ciencia de los nuevos materiales puede ofrecer también una solución alternativa a las actuales desaladoras. Científicos de la Universidad de Manchester (Reino Unido) han creado un tamiz de óxido de grafeno que retiene las sales, dejando pasar solo el agua. El secreto está en el diminuto tamaño del poro, de alrededor de 1 nanómetro. Las moléculas de agua fluyen fácilmente a su través gracias a que forman una especie de tren por medio de sus puentes de hidrógeno; sin embargo, las sales no pueden pasar debido a que están rodeadas por una cáscara de moléculas de agua, con un tamaño total que excede el del poro.

AGUA POTABLE DE BOLSILLO

De los 2.200 millones de personas que carecen de agua corriente potable en sus hogares, Naciones Unidas estima que más de 1.600 millones tienen que emprender largos periplos fuera de su casa para recoger agua, mientras que casi 600 millones beben de pozos, cauces, lagos u otras fuentes que pueden albergar microbios peligrosos. Cada año mueren 829.000 personas por diarreas ocasionadas por la contaminación microbiológica del agua.

En 2005, la compañía suiza de productos de ayuda humanitaria Vestergaard Frandsen introdujo un sencillo pero ingenioso sistema, Lifestraw, un tubo de plástico de 22 centímetros de longitud y 3 de diámetro que se utiliza exactamente igual que una pajita de bebida. Su sistema de filtración elimina protozoos y bacterias, y las versiones más recientes filtran también compuestos químicos y metales disueltos. Cada unidad puede filtrar hasta 4.000 litros de agua, suficiente para el consumo de una persona durante tres años.

RECICLAR EL AGUA

El ser humano genera ingentes cantidades de aguas residuales: en un país como EEUU, cada persona vierte una media de 227 litros al día por los sumideros de baños y cocinas y los desagües de electrodomésticos. En los países desarrollados estas aguas se tratan antes de devolverse a la naturaleza, pero cada vez se está poniendo mayor énfasis en que también pueden reciclarse para volver de nuevo a nuestros grifos. De hecho, no solo la propia agua interesa; es tal la cantidad y variedad de compuestos que contiene el “agua usada”, como algunos expertos prefieren llamarla, que se busca también su recuperación para distintos usos, incluyendo la producción de energía.